martes, 27 de febrero de 2018

RETIRO EN LA AGRUPACIÓN PARROQUIAL DE LA SANTA CRUZ

El pasado domingo las Hermanas Macarena y Marta estuvieron impartiendo el Retiro de Cuaresma a la Agrupación Parroquial de la Santa Cruz, Jesús de la Caridad, María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos y san Judas Tadeo del pueblo sevillano de Camas.

Su Hermano Mayor nos invitó a compartir con ellos unas reflexiones sobre la Cuaresma. Fuimos, como siempre, muy bienvenidas. Les hablamos sobre la oración y el perdón, dos pilares para vivir con intensidad este tiempo litúrgico. 

Al finalizar se celebró la Eucaristía, presidida por Don Gabriel, párroco de Camas, el cual felicitó a esta Agrupación por su compromiso y vivencia de la Cuaresma.














lunes, 26 de febrero de 2018

CONCORDIS CON LOS SCOUTS EN ZAFRA

El pasado sábado tuvimos nuestra Convivencia Concordis en el Parque Zafra organizada por los pioneros del Grupo Scout Kim de Palos de la Frontera y los pioneros El Buitrón del Grupo Scout Ain Karem de San Juan del Puerto. 

Los pequeños y no tan pequeños disfrutamos de una mañana de sol y juegos en la que no faltaron sonrisas y el compartir lo más bonito que tenemos en medio de la naturaleza. 























sábado, 24 de febrero de 2018

TRÍDUO EN GIBRALEÓN

La Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y Nuestra Señora de los Dolores nos invitó a amenizar la liturgia del Tríduo que le tributan a sus Sagrados Titulares.

Los días 21, 22 y 23 de este mes compartimos con ellos el amor a Jesús y a María, a lo que nos animó D. Juan Manuel Arija, párroco de la Sagrada Familia, Capellán del Hospital Vázquez Díaz y que en esta ocasión ocupó la Sagrada cátedra. 

Damos gracias a Dios por haber compartido con esta querida Hermanadad su Tríduo.








martes, 20 de febrero de 2018

COMENZAMOS LA CUARESMA EN EL PORTIL

El primer domingo de Cuaresma compartimos con el Grupo Cristo Joven de la Parroquia Nuestra Señora de la Laguna de Nuevo Portil la celebración de la Eucaristía.

Teniendo como protagonista a Cristo preparamos juntos el corazón para recibirle sirviendo a la Comunidad parroquial con el entusiasmo que tienen los pequeños. 

Macarena les puso "deberes" para esta Cuaresma y José Manuel les habló de cómo vivirla intensamente en el amor. 


















sábado, 17 de febrero de 2018

Y VOLVIÓ JARIS

El viernes nos reunimos con parte del Grupo Jaris y Concordis para comenzar a organizar los preparativos de el V Encuentro Interdiocesano en el que ellos asistirán como monitores.

Fue un reencuentro entrañable después de las vacaciones de Navidad y del paréntesis de enero. En un ambiente familiar pudimos constatar su compromiso con los Proyectos de la Comunidad y sus muchas ganas de que los pequeños, y ellos mismos, pasen un Encuentro lo más cordial posible. 

Damos gracias a Dios por estos jóvenes tan estupendos con los que compartir y dar Amor, Misericordia y Compasión. 




martes, 13 de febrero de 2018

MENSAJE DEL SANTO PADRE PARA LA CUARESMA

La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, haciendo más frecuente la oración, el ayuno y la limosna.

Como cada año el Papa nos regala su mensaje de Cuaresma que aquí os dejamos. Que esta Cuaresma  sea un tiempo de renovación pascual y sirva para crecer en el amor a Dios y a los hermanos, sobre todo a los más necesitados de Amor, Misericordia y Compasión. 


Mensaje del Santo Padre

«Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (Mt 24,12)

Queridos hermanos y hermanas:
           
 Una vez más nos sale al encuentro la Pascua del Señor. Para prepararnos a recibirla, la Providencia de Dios nos ofrece cada año la Cuaresma, «signo sacramental de nuestra conversión»,[1] que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida.
            
Como todos los años, con este mensaje deseo ayudar a toda la Iglesia a vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia; y lo hago inspirándome en una expresión de Jesús en el Evangelio de Mateo: «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (24,12).
          
  Esta frase se encuentra en el discurso que habla del fin de los tiempos y que está ambientado en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, precisamente allí donde tendrá comienzo la pasión del Señor. Jesús, respondiendo a una pregunta de sus discípulos, anuncia una gran tribulación y describe la situación en la que podría encontrarse la comunidad de los fieles: frente a acontecimientos dolorosos, algunos falsos profetas engañarán a mucha gente hasta amenazar con apagar la caridad en los corazones, que es el centro de todo el Evangelio.

Los falsos profetas
            
Escuchemos este pasaje y preguntémonos: ¿qué formas asumen los falsos profetas?
            
Son como «encantadores de serpientes», o sea, se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren. Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad. Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos. Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la soledad.
           
 Otros falsos profetas son esos «charlatanes» que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas. Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido. Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás. No es una sorpresa: desde siempre el demonio, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre. Cada uno de nosotros, por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón si se siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas. Tenemos que aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios y ciertamente sirven para nuestro bien.

Un corazón frío
           
 Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo;[2] su morada es el hielo del amor extinguido. Preguntémonos entonces: ¿cómo se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?
          
 Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10); a esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos.[3] Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas.
           
 También la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de la caridad: la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés; los mares, también contaminados, tienen que recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas; los cielos —que en el designio de Dios cantan su gloria— se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte.
           
 El amor se enfría también en nuestras comunidades: en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium traté de describir las señales más evidentes de esta falta de amor. estas son: la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero.[4]

¿Qué podemos hacer?
           
 Si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor los signos que antes he descrito, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.
         
El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos,[5] para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.
          
  
El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar en la colecta para la comunidad de Jerusalén: «Os conviene» (2 Co 8,10). Esto vale especialmente en Cuaresma, un tiempo en el que muchos organismos realizan colectas en favor de iglesias y poblaciones que pasan por dificultades. Y cuánto querría que también en nuestras relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos que se trata de una llamada de la divina Providencia: cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en generosidad?[6]
            
El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.
            
Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica, para que llegara a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, dispuestos a escuchar a Dios. Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la iniquidad, si les preocupa la frialdad que paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos.

El fuego de la Pascua
            
Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo.
           
 Una ocasión propicia será la iniciativa «24 horas para el Señor», que este año nos invita nuevamente a celebrar el Sacramento de la Reconciliación en un contexto de adoración eucarística. En el 2018 tendrá lugar el viernes 9 y el sábado 10 de marzo, inspirándose en las palabras del Salmo 130,4: «De ti procede el perdón». En cada diócesis, al menos una iglesia permanecerá abierta durante 24 horas seguidas, para permitir la oración de adoración y la confesión sacramental.
          
  En la noche de Pascua reviviremos el sugestivo rito de encender el cirio pascual: la luz que proviene del «fuego nuevo» poco a poco disipará la oscuridad e iluminará la asamblea litúrgica. «Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu»,[7] para que todos podamos vivir la misma experiencia de los discípulos de Emaús: después de escuchar la Palabra del Señor y de alimentarnos con el Pan eucarístico nuestro corazón volverá a arder de fe, esperanza y caridad.
           
 Los bendigo de todo corazón y rezo por ustedes. No se olviden de rezar por mí.

Vaticano, 1 de noviembre de 2017    
Solemnidad de Todos los Santos


FRANCISCO
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[1] Misal Romano, I Dom. de Cuaresma, Oración Colecta.      
[2] «Salía el soberano del reino del dolor fuera de la helada superficie, desde la mitad del pecho» (Infierno XXXIV, 28-29). 
[3] «Es curioso, pero muchas veces tenemos miedo a la consolación, de ser consolados. Es más, nos sentimos más seguros en la tristeza y en la desolación. ¿Sabéis por qué? Porque en la tristeza nos sentimos casi protagonistas. En cambio en la consolación es el Espíritu Santo el protagonista» (Ángelus, 7 diciembre 2014).
[4] Núms. 76-109.               
[5] Cf. Benedicto XVI, Enc. Spe salvi, 33.    
[6] Cf. Pío XII, Enc. Fidei donum, III.           
[7] Misal Romano, Vigilia Pascual, Lucernario.

viernes, 9 de febrero de 2018

CUMPLEAÑOS EN LAETARE

Con gran alegría celebramos el día 6 el 101 cumpleaños de Rafaela, la madre de nuestra hermana Fali.

Los niños y jóvenes de Laetare y Huellas animaron el cumpleaños y jalearon los regalos tan bonitos que se le hicieron.

La vida es para agradecer y todos agradecimos a Dios, con Rafaela, tantos bienes como nos regala a diario, sobre todo, el compartir con nuestros niños, jóvenes y mayores la compañía de los hermanos.