domingo, 27 de septiembre de 2015

ROSARIO A NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES


Desde la Asociación Nuestra Señora de las Mercedes del barrio de Santa Marta de Huelva se nos invitó a participar en el Rosario vespertino por las calles del barrio. Aceptamos gustosas y su Presidente, José Vázquez Amador, nos dio toda clase de facilidades para que el día 25 de septiembre compartiésemos ese gran día para la Asociación, ya que era el primer día que Nuestra Señora de las Mercedes procesionaba por su barrio.
Macarena dirigió el rezo y canto del Rosario. Fue muy emotivo. Aparte de las personas que acompañamos el rezo por las calles emocionaba que desde los balcones los vecinos se sumasen a la oración. La Comunidad aisitió colaborando en todo lo que se nos pidió. 

Llamaba la atención la cantidad de gente joven que participó, junto con un grupo de Acólitos, lo que siempre es un orgullo. La devoción a María, en cualquiera de sus advocaciones, está muy viva en nuestra ciudad. 



Esperamos que esta joven Asociación siga expandiendo el amor a la Virgen en todo el barrio y que Nuestra Señora siga regalando mercedes a todos los que acuden a ella.



CALENTANDO MOTORES...

El día 25 nos reunimos con las familias de nuestros Proyectos LAETARE y ECLESIOLA para presentarles las novedades del próximo curso. 

Macarena les dio la bienvenida y explicó en qué consisten. LAETARE es un proyecto en el que se crea un espacio para los niños en el que se les ofrece y trabajamos a través de apoyo escolar, la música, los juegos, el teatro... Y así se crea un ambiente propicio para la amistad, la acogida, el compartir juntos, la alegría, la comprensión, el conocimiento..., en definitiva,  crear puentes para la paz, el encuentro, compartir.



ECLESIOLA está destinado a mujeres y madres que quieran compartir espacios de vida y encuentro. Con ello se benefician todas y su experiencia familiar (madres, hermanas, hijas,...) les hace enriquecerse mutuamente. 

Este año nuestros colaboradores, además de Toti e Inma, serán Ilde, Fran, Begoña, Mª Ángeles, Lourdes.... que nos ayudarán a pasar un año estupendo con todo lo que nos aportarán. Colaborarán en los dos Proyectos.



En la reunión se pusieron en común ideas para llevarlas a cabo pensando siempre en nuestros peques y en otras personas que puedan necesitarlo. 

Nos esperan unos meses muy intensos e interesantes. Deseamos que cada vez seamos más en la familia de LAETARE y en la de ECLESIOLA. Y lo iremos publicando en este blog.










jueves, 24 de septiembre de 2015

ACTITUD DE SERVICIO

Y nunca mejor dicho. Nuestra actitud debe ser siempre la de servicio. Por ello, sólo fue necesario una sugerencia de petición a nuestro hermano colaborador Manolo Mora para que dijera que sí, como María.

Los alumnos de 3º y 4º de Secundaria del Colegio Santa María Magdalena de Valverde del Camino (Huelva) están de convivencia en Punta Umbría los días 23 y 24 de septiembre con sus tutores. Ellos pidieron a nuestra hermana Marta, profesora de Religión de esos cursos,  si podía enviarles a alguien que les diese un testimonio interesante. Sabían que lo pedían con poco tiempo, pero confiaron en que encontraríamos a alguien que pudiera ir.

Pensamos en alguien de Comunidad. Y nuestro hermano Manolo aceptó. Esta mañana ha pasado un rato muy agradable con estos 50 jóvenes y les ha hablado sobre la actitud de servicio que debe atravesar todos los aspectos de nuestra vida.

Me consta que estuvieron muy atentos y que les llegó dentro todo lo que les ha dicho. Y seguro que les servirá para ser mejores personas y mejores cristianos.

Actitud de servicio, actitud de "Sí", como María. ¡Gracias, hermano!


domingo, 20 de septiembre de 2015

ASISTENCIA A LOS REFUGIADOS: CARTA DEL PRIOR GENERAL DE LA ORDEN DE SAN AGUSTÍN




Queridos hermanos y hermanas:
“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36).
La misericordia, expresión de la caridad, está sin duda en el centro de la vida cristiana. El papa Francisco, que ha querido convocar un Jubileo para la Iglesia bajo el signo de la misericordia, nos recuerda que Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre y, por eso, el misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra (cf. Misericordiae vultus, 1).
Los problemas que surgen en la Iglesia y en la Orden provienen siempre, en última instancia, de abandonar el cultivo de una personal y profunda relación con Dios, de no conocerle: la causa principal y casi única de mis errores -dirá san Agustín- era tener una idea equivocada de Dios (cf. Conf. 5,10,19). Por eso no debemos olvidar que Dios es amor y que Cristo es el rostro de ese amor con el que Dios nos ama, como recordó bellamente el papa Benedicto XVI: “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él (1 Jn 4, 16). Estas palabras de la Primera carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, 1). Probablemente uno de nuestros grandes retos hoy como cristianos sea cuidar la veracidad y la calidad de nuestro amor y, tal vez, volver a la autenticidad y a la fuerza del amor primero (cf. Ap 2,4).
El amor se expresa en las opciones y en la concreción de las acciones. La fidelidad a Jesús, como resalté en mi primer discurso como Prior General (cf. Acta Ordinis 66 (2013) 191-196), nos lleva a orientar nuestra vida por el principio-misericordia y, por tanto, a no cerrarnos en nosotros mismos, en nuestras seguridades o en nuestras comodidades, sino a estar allí donde se encuentra sufrimiento, a estar en la cuneta, junto a los heridos. Son muchas nuestras áreas de trabajo y nuestras actividades pero si, como religiosos y como Orden, no esta­mos estructurados por la compasión, todo lo que hagamos será sin duda irrelevante y volverá falso, y por tanto poco creíble, no solo nuestro apostolado, sino también nuestra vida religiosa y nuestro testimonio cristiano.
Estamos asistiendo al mayor éxodo de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, que amenaza con derivar en catástrofe humanitaria. Un drama humano de enormes proporciones, que no puede dejarnos indiferentes. Aunque afecta principalmente a Europa, todos debemos responder a este clamor de los necesitados, a esta exigencia de la caridad. Ciertamente los oprimidos por la miseria han sido y son siempre objeto de un amor preferencial por parte de la Iglesia (cf. Catecismo de la Iglesia católica, 2448). Precisamente nuestra tradición como Orden mendicante, surgida para estar en la vanguardia de la Iglesia, al servicio de la humanidad, nos impulsa a escuchar este grito de ayuda, a dejarnos interpelar por él y a dar una respuesta efectiva y generosa. Nuestro carisma agustiniano no se desarrolla en la fuga mundi, sino en la inserción en el mundo, ámbito del amor de Dios. La llamada de Cristo necesitado, que pide hospedaje (cf. Mt25,31-46), se dirige a cada hermano de la Orden, a cada monja contemplativa, a cada laico que vive la espiritualidad agustiniana, especialmente los miembros de las fraternidades. A todos y a cada uno de nosotros. Y las comunidades agustinianas tendrían que hacerse notar por ser los lugares donde se puede observar la reacción más libre, más audaz, más pronta, más intensa y más creativa ante esta exigencia a la misericordia y a la compasión: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”.
  1. La conversión del corazón
“Arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Ez 36,26).
El primer paso está en procurar la trasformación interior que nos permita “sentir” a la humanidad necesitada, a los pobres y a los excluidos. La sociedad de confort puede conllevar no solo el peligro de una creciente mundanización en nuestro estilo de vida, sino también el incremento del egoísmo, el miedo a perder seguridades de quienes han perdido la seguridad de Cristo y, por tanto, se oponen visceralmente a cualquier riesgo, incluidos los riesgos de la caridad. De ningún modo pueden aceptarse comentarios xenófobos, ni que se frivolice con la tragedia de miles y miles de personas que, huyendo de la guerra y de las persecuciones, llaman a las puertas de Europa buscando la oportunidad y la posibilidad de un mundo mejor; buscando esperanza.
Todos estos refugiados, vengan de donde vengan, son la familia de Jesús y parece que tampoco para ellos hay sitio en la posada (cf. Lc 2,7). Nos piden una respuesta. Y esta respuesta, que debemos dar individualmente y como institución, no debe quedar bloqueada por el miedo, por el egoísmo o por las conveniencias políticas. No responder significa ser cómplice; eludir responsabilidades es contribuir al mal. Cuando se minimizan estas tragedias, o cuando se dice que la responsabilidad es solo de los gobiernos, ¿no se está mostrando la tristeza del propio vacío y, en definitiva, la falsedad con la que se puede llegar a vivir la vocación?
Que el Señor nos conceda un corazón compasivo, de modo que podamos ver al necesitado como sujeto y no como objeto, como persona y no como número, como realidad viva y no como ficción. Ciertamente, “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (Gaudium et spes, 1).
  1. Algunas consideraciones.
“Venid vosotros, benditos de mi Padre … porque fui forastero y me hospedasteis” (Mt 25,34.35).
El papa Francisco nos ha presentado una petición muy concreta: “Ante la tragedia de decenas de miles de refugiados que huyen de la muerte por la guerra y el hambre y están en camino hacia una esperanza de vida, el Evangelio nos llama a ser ‘prójimos’ de los más pequeños y abandonados. A darles una esperanza concreta. No sólo a decir solo: ‘¡ánimo, paciencia!…’. La esperanza cristiana es combativa, con la tenacidad de quien va hacia una meta segura. Por lo tanto, ante la proximidad del Jubileo de la misericordia, hago un llamamiento a las parroquias, a las comunidades religiosas, a los monasterios y a los santuarios de toda Europa para que expresen la realidad concreta del Evangelio y acojan a una familia de refugiados. Un gesto preciso en preparación del Año santo de la misericordia. Que cada parroquia, cada comunidad religiosa, cada monasterio, cada santuario de Europa acoja a una familia, comenzando por mi diócesis de Roma” (Alocución durante el ángelus, 6 de septiembre de 2015).
En este sentido me dirijo a todos los hermanos de la Orden, especialmente a los que residen en Europa.
* Pido que el superior mayor de cada una de las circunscripciones de Europa, junto con su Consejo, estudie con carácter de urgencia el modo de responder a este llamamiento del papa.
* El superior mayor, en diálogo con los priores locales, con los párrocos agustinos y con los responsables del secretariado de Justicia y Paz concretarán el modo en el que cada comunidad o parroquia puede acoger y ocuparse de al menos una familia de refugiados. Es decir: procurarles alojamiento (en locales dependientes o en otros lugares) y ocuparse de sus necesidades materiales y espirituales: vivienda, comida, educación, vestido, trabajo, asistencia sanitaria, situación legal, etc. En las comunidades con menos recursos se verá el modo de colaborar en ello.
* También se tratará el tema en los capítulos locales de las comunidades religiosas y en los consejos parroquiales.
* Para buscar una mayor eficacia y coordinación, se procurará colaborar con las estructuras diocesanas e intercongregacionales.
* Respecto a las circunscripciones fuera del continente europeo: todos conocemos las situaciones similares que se dan en muchas partes del mundo, donde la realidad de los desplazados y de los refugiados es igualmente alarmante. También aquí es necesario considerar el mejor modo de ayudar y colaborar.
* Para las circunscripciones o comunidades que quieran colaborar con una ayuda económica, se habilitará un fondo especial en la Curia General para canalizar estas aportaciones.
*Pido a los superiores mayores de toda la Orden que me hagan saber lo que se determine en su circunscripción respecto al tema de la asistencia a los refugiados. Ruego se envíe la información a la Secretaría General de la Orden.
* Convoco una jornada en toda la Orden para orar por los refugiados, por los cristianos perseguidos y por todas las víctimas de la guerra. Tendrá lugar el próximo día 16 de noviembre (Día Internacional para la Tolerancia) y, en la medida de lo posible, estará abierta también a los laicos. El Instituto de Espiritualidad Agustiniana enviará indicaciones y materiales.
Es decir: procurarles alojamiento y ocuparse de sus necesidades materiales y espirituales: vivienda, comida, educación, vestido, trabajo, asistencia sanitaria, situación legal, etc.
Quiero expresar mi profundo agradecimiento por cuanto pueda hacerse para movilizar recursos en favor de quienes nos necesitan tan urgentemente, sabiendo que abrirnos a la audacia del Evangelio repercutirá también benéficamente en nosotros mismos; ayudando a los demás nos ayudamos cada uno y como Orden porque, en palabras de san Juan Pablo II, “el hombre alcanza el amor misericordioso de Dios, su misericordia, en cuanto él mismo interiormente se transforma en el espíritu de tal amor hacia el prójimo” (Dives in misericordia, 14).
Que María, Madre de la Consolación, nos proteja y acompañe.
En Roma, a 16 de septiembre de 2015
Alejandro Moral Antón
Prior General OSA

jueves, 17 de septiembre de 2015


ORACIÓN 
ANTE NUESTRA MADRE Y SEÑORA DE LOS DOLORES
GIBRALEÓN



En la tarde del miércoles 16 de septiembre estuvimos compartiendo la oración con la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y Nuestra Señora de los Dolores de Gibraleón. 

Dentro de la celebración del 75 aniversario de la Virgen de los Dolores la Hermandad quiso clausurar los actos con una oración contemplativa en torno a María. Su Hermano Mayor, Don Manuel Mora invitó a la Comunidad a que dirigiera esta oración, lo que aceptamos agradecidas por ofrecernos la ocasión de que el amor a María siguiera creciendo en cada corazón que se acercara a Ella esa tarde. 

Fue una oración en la que el silencio exterior se complementaba con el diálogo interior con el Amado y con su Madre. Momentos únicos a los pies de María.

Damos gracias a la Hermandad y en especial a su Hermano Mayor por confiar en nosotras. "Un broche de oro", como él dijo, a este 75 aniversario. 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Como las aguas cubren el mar


Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del SEÑOR como las aguas cubren el mar.  (Isaías 11,9)

Ocurrió el sábado 12 de septiembre… como las semillas que se rompen para dar vida nueva, como la Gloria de nuestro Dios que llenó la tierra en  los distintos momentos  de la Historia, llegaba ese día tan especial para nuestra Comunidad. Nuevas promesas, nuevas vidas y nuevos deseos de servir a Dios y de encontrarlo en medio del mundo, en ese día a día en el que a pie de calle, entre los cercanos o los más lejanos, buscando acercarnos a la meta y encontrarnos con AQUEL que nos amó primero para ser para los demás su Misericordia palpada en el Amor que damos a todos desde la entrega silenciosa que acompaña a la Compasión para quienes son más débiles, pero que nos enseñan cada día que Dios, como dijo san Agustín, ES SIEMPRE MAS….
¡¡Gracias a cuantos nos acompañasteis y a todos los que estuvisteis en espíritu y en verdad!!
Que nuestro Buen Dios os bendiga siempre.

In Deum

martes, 15 de septiembre de 2015

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES




Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores para recordar los sufrimientos por los que pasó María a lo largo de su vida por haber aceptado ser la Madre del Salvador. Se acompaña a María en su experiencia del dolor de una madre que ve a su amado Hijo incomprendido, acusado, abandonado, flagelado, etc. y presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos. María saca su fortaleza de la oración y nos da fuerza en los momentos de dolor. Encontramos en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufrimientos. Debemos ofrecer el dolor por la salvación de las almas. Así, podemos convertir el sufrimiento en sacrificio y nos ayudará a amar más a Dios y, además, llevaremos a muchas almas al Cielo.

sábado, 5 de septiembre de 2015

COMUNICADO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA





Por una mayor generosidad en la acogida de los refugiados y desplazados en Europa

Día tras día somos golpeados por las noticias de numerosas personas, que, huyendo de la guerra o del hambre, acaban dejando la vida de manera trágica, en mar o en tierra, o se encuentran en situaciones extremas. Son hombres, mujeres y niños, en no pocos casos familias enteras, que lo han perdido todo. Sólo les queda la vida, y ésta amenazada. Sería horrible que la repetición de los hechos acabara anestesiándonos; que, como dice el Papa Francisco, "la globalización de la indiferencia acabara por secarnos las lágrimas"; que dejáramos de clamar contra "este grave crimen contra la familia humana", como ha sido calificado también por el mismo Papa Francisco.
Situaciones como las que se están viviendo, que muchos califican de verdadera catástrofe humanitaria, reclaman respuestas urgentes, eficaces y generosas. Europa, a cuyas puertas llaman angustiadas estas personas pidiendo refugio, ha de implicarse con mayor empeño en buscar soluciones globales. Han de comprometerse manera efectiva en primer lugar los gobiernos, pero también los ciudadanos. En nuestro mensaje para la Jornada de las Migraciones, decíamos los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones que " hay que ponerse dentro de la piel del otro para entender qué esperanzas y deseos les mueven a dejar su tierra, su familia, los lugares conocidos; de qué situaciones busca escapar". Clama al cielo constatar, junto a las abismales desigualdades de renta media per cápita y de esperanza media de vida, la violencia y las persecuciones desatadas por fanatismos inhumanos o por otras razones políticas.
Desde la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, nos unimos, una vez más, al clamor de tantas organizaciones y comunidades cristianas, a hombres y mujeres de buena voluntad, que se sienten interpelados por esta dramática realidad que nos llega al corazón. No queremos quedar en el silencio para no ser cómplices de la indiferencia y de la llamada política del descarte que denuncia el Papa Francisco.
Hace dos años, ya pedimos al Gobierno desde la Conferencia Episcopal, sin obtener respuesta, la acogida en España de algún grupo de refugiados sirios. Reiteramos nuestra petición de la más amplia generosidad en este momento, para la acogida de quienes piden refugio y acogida de manera urgente. Pedimos también la comprensión y colaboración de todos los ciudadanos, a la vez que ofrecemos la de nuestras comunidades y centros de acogida. Los cristianos tenemos por razones humanitarias y evangélicas un especial deber de justicia y caridad, distintivo de nuestra condición.
Invitamos a orar para que nuestro Dios, el Dios de la Misericordia, conceda la paz y el gozo eterno a los que han muerto buscando un mundo mejor. Pedimos el consuelo de la esperanza para sus familiares, así como la luz y la generosidad para todos los responsables de encontrar las repuestas que, en actual situación, reclaman, a gritos y con lágrimas, tantos hermanos desplazados ante nuestras fronteras de Europa, como un día lo hicieron compatriotas nuestros.
1 de Septiembre de 2015

viernes, 4 de septiembre de 2015

Solemnidad de Nuestra Madre de la Consolación

Nuestra Señora, Madre de la Consolación

Septiembre 4

La devoción a María bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación es universal y de larga tradición. Sobre todo en la Familia Agustiniana, que completa el título mariano hablando de Nuestra Señora de la Consolación y Correa. La correa hace referencia al hábito agustiniano.
El origen de esta devoción se halla íntimamente ligado a la vida de san Agustín, sintetizada en una piadosa tradición. Santa Mónica se hallaba sumida en el dolor por los extravíos de su hijo Agustín. A esta preocupación se sumó la muerte de su esposo Patricio y meditó en la desolación de María después de la muerte de su hijo Jesús. María se aparece a Mónica vestida de negro y ceñida con una correa del mismo color, diciéndole:“Mónica, hija mía, éste es el traje que vestí cuando estaba con los hombres después de la muerte de mi hijo. El mismo vestido llevaras tú en señal de tu devoción hacía mí”. La alegría de Mónica fue grande al escuchar aquellas palabras. Alegría que llegaría a su culmen con la conversión de su hijo Agustín.
Consta históricamente que en el siglo XV ya se instituyen distintas Cofradías de la Correa en Bolonia. Cuando don Pedro de Aragón le pidió insistentemente a Clemente X le concediese algunas indulgencias, el Papa le respondió: “Tomad la correa de san Agustín y en ella las tenéis todas”.
El nombre de Consuelo o Consolación hace pensar en cercanía con el afligido, fortaleza para compartir el dolor ajeno, compañía para ahuyentar la tristeza de la soledad. María, elevada al cielo, “brilla ante el pueblo peregrino de Dios como signo de segura esperanza y consolación” (LG, 69).
En las letanías del Rosario, la Iglesia invoca a María como consuelo de los afligidos, porque el título mariano por excelencia es el de madre de Dios y madre nuestra. Como madre, particularmente atenta a los hijos que sufren.

¡¡FELIZ DÍA A TODOS!!